Destacó que la comunidad de fe no está sostenida en ladrillos ni varillas.

"¿Hoy es domingo?”

Así preguntó una feligresa al arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, quien llegó a los predios de la parroquia San Judas Tadeo del barrio La Luna en Guánica para oficiar una misa.

De inmediato, el  líder de la iglesia católica en Puerto Rico dirigió su mirada hacia la fémina y con cándida sonrisa le contestó, “sí, hoy es domingo”, justo antes de iniciar la eucaristía en la misma comunidad que ayer fue desalojada luego de registrarse un sismo de magnitud 5.9.

El servicio religioso se ofició en el patio de esta parroquia que fue seriamente afectada por los terremotos de esta semana, al igual que otras capillas en ese pueblo.

 “Desde que escuché de la situación aquí sufrida en este epicentro de los terremotos, pues quería venir como arzobispo de Puerto Rico para expresar mi solidaridad, a compartir su dolor y asegurarme de  la solidaridad de todos los obispos de Puerto Rico y de todos los fieles católicos y de todos sus compatriotas”, expuso González Nieves al iniciar su homilía dominical.

“De camino de San Juan a Guánica había caravanas de miles de carros y camiones de gente viajando hacia el sur con ayudas. Somos un pueblo de mucho amor, un pueblo que abraza pero sobre todo en estos momentos pensar que ustedes puedan sentir ese abrazo que les extiende todo Puerto Rico y más allá de Puerto Rico”, dijo el arzobispo mientras la feligresía escuchaba desde un templo sin paredes ni techo.

De hecho, el altar era una mesa que contenía el Cristo Resucitado junto a las banderas de Puerto Rico y Haití, para recordar los terremotos ocurridos en esa isla caribeña hace 10 años y donde perecieron 200,000 personas.

“Hoy es domingo, los días van pasando y uno no se da cuenta, sobre todo aquí donde ha estado temblando tanto la tierra, pero sí, hoy es domingo, día de la resurrección del Señor y queremos que ustedes resuciten también de esta pesadilla. La presencia de Cristo, su presencia eucarística no la condiciona ni el momento, ni el lugar, ni las circunstancias”, expresó González Nieves. 

“La iglesia está viva, está aquí en sus rostros llenos de temor, de dolor, de angustia, pero también de esperanza y confianza en el Señor porque nuestra esperanza que no la espantan los terremotos sino que la deben de hacer más fuerte, más tenaz, más insistente. Se podrán desbordar mil capillas pero nuestra fe continúa intacta”, dijo al resaltar la valentía y fortaleza de los creyentes.

Asimismo destacó que la comunidad de fe no está sostenida en ladrillos ni varillas.

“Cada vez que tiembla la tierra se suelen buscar imágenes para demostrar el impacto del sismo en las estructuras, sin embargo, de este sismo también surgen otras imágenes, bellas imágenes, no de escombros o grietas sino las imágenes del boricua asustado, pero con fe, sin pocas pertenencias pero con muchas esperanzas”, asintió.

El arzobispo de San Juan resaltó la solidaridad del pueblo puertorriqueño que a través de las tragedias “surge el rostro de Cristo”, y en el momento de más dolor siguen obrando por el bien de la humanidad, por el bien de sus compatriotas.

“Que sepa esta región de Puerto Rico que ustedes no están solos, que Dios los ama y estará con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”, esbozó.

En tanto, hizo alusión a la figura de madre Dominga Guzmán Florit, fundadora de la congregación Hermanas Dominicas de Fátima y su apostolado dirigido a fortalecer la unidad familiar, para asegurarse que nadie se quede sin ayuda.

“Quiero pensar que la gran bendición de esta tragedia será como una ramificación de lo que comenzó Madre Dominga para la familia, la unidad familiar, apreciar mucho más a nuestros padres, abuelos, hermanos; ese espíritu que existe todavía pero que se ha debilitado un poco”, señaló.

“Otra bendición que surgirá como resultado es que como puertorriqueños y puertorriqueñas nos sentimos más fuertes para luchar por el bien común de nuestra patria. Habremos visto lo mucho que se puede hacer cuando nos unimos porque somos un pueblo que puede ser no completamente autosuficiente, pero lo suficientemente suficiente para vivir en un mundo interdependiente”, agregó.

Al reconocer la aportación de Estados Unidos y otros países que se han unido al llamado de solidaridad por la tragedia de los terremotos, el arzobispo de Puerto Rico enfatizó la importancia del “sentido de pertenencia de una tierra que Dios la creó y la regaló para nosotros, para los boricuas”. 

“Lo más difícil que dijo Jesús es que amen a sus enemigos, eso es muy difícil, pero aquí no podemos ser enemigos, tampoco permitir que los partidos nos dividan porque los partidos existen para que la democracia funcione y que los gobiernos sirvan a sus ciudadanos y para que colabore, no para que estén en guerras”, enfatizó.

En un aparte con la prensa,  González Nieves insistió que en la concentración de cientos de miles de personas que llegan a San Juan para celebrar las Fiestas de la calle San Sebastián, podría ser peligrosa.

Sobre todo, por las réplicas de los sismos que, aunque se originan en el sur, se han sentido en todo el país.

No obstante dijo que la cancelación de estos eventos sería algo trágico.

“Las fiestas de San Sebastián tienen un origen religioso, cristiana, tienen un origen cultural, un entretenimiento sano para las familias, sobre todo durante el día y los artesanos de nuestro país dependen mucho de ese dinerito que se ganan durante las fiestas de San Sebastián y algunos de ellos se mantienen con  eso durante el año”, manifestó.

“Creo que sería trágico, también no es que se cancelaran del todo, es buscar un punto medio que sería ya fijar otra fecha y sugiero el fin de semana antes de empezar la cuaresma, el último fin de semana de febrero y así rescatar lo posible”, subrayó.

Para finalizar la misa, González Nieves alentó a los feligreses a  no perder la fe, mientras que sus ojos delataban tristeza ante el dolor del pueblo afectado por los sismos.